Como había hecho tantas veces, preparó el baño para su tía y se dispuso a espiarla. Pero esta vez era diferente: él ya había cumplido los dieciocho años. No salió al patio para mirar por la ventana. Se quedó adentro, oculto tras la puerta del baño.
Cuando la tía sumergió su desnudez en la espuma, él se abalanzó. Ella lo recibió con una sonrisa y le dijo al fin.