Se conocieron en la clínica de tratamiento de parafilias y el flechazo fue inmediato.
Ninguno de los pacientes ni de los profesionales que allí trabajaban olvidará jamás los gritos que proferían por las noches el vampiro y la sirena en la pileta del establecimiento.
Me gustó mucho.
ResponderEliminar:-)
EliminarGracias!
Y bienvenida (o bienvenido?) a mi blog.
Saludos!
Es curioso. Para publicar el comentario sobre tu micro cuento, me pregunta este chisme si soy un robot. Después de ver la serie Battle Star Galáctica, me pregunto lo mismo.
ResponderEliminarNo he visto la serie pero ya me anoto el dato para verla en cuanto pueda.
EliminarSaludos.
Ok. Visitaré tu blog.
ResponderEliminarGracias por la invitación. Saludos.
Muy bueno. Felicitaciones
ResponderEliminarGracias, Pa!
EliminarVa un abrazo.
Un amor de terror, pero amor al fin (pobres los internos y profesionales que nunca olvidaron los gritos... quién te dice, quizás alguno hubiera deseado ser el vampiro o la sirena ;) ...)
ResponderEliminarMuy bueno, Leonardo; me gustó.
Nos leemos, M.
Gracias, Mariángeles!
EliminarYo supongo que esos gritos podrían generar una espantosa fascinación en quienes los escuchen. Y, sí, también envidia.
Nos leemos. Abrazo!
Hay tantos modos de amar!!!! Ja ja ja ja, me encantó.
ResponderEliminarGracias nuevamente, Marina!
EliminarY sí, hay tantos amores como amantes en el mundo.
:-)
Saludos.
Excelente. De una creatividad muy especial.
ResponderEliminarRicardo Bugarín
Muchas gracias, Ricardo!
EliminarSaludos!