lunes, 14 de enero de 2019

Tortura feliz

Desde entonces, cada almuerzo y cada cena (y cada segundo de sus vidas) tuvieron que comer y comer y comer perdices. Y aun peor: ni por un instante pudieron dejar de sonreír.

7 comentarios:

  1. La tortura tuvo una variación, reír y reír y seguir riendo.

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  2. Saludos desde Guadalajara de Buga, Colombia

    www.guillercastillo.blogspot.com

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  3. Amo tus micro ficciones. Gracias por escribir

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    1. Qué bueno, Carlos! Muchas gracias por leer y comentar! Va un abrazo grande.

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  4. Jajaja ¡Ácido! Me encantó

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