El colibrí despliega por primera vez ante el ornitólogo la danza que durante tantos días preparó. El hombre, fascinado, filma el fenómeno. El león entra súbitamente en escena y derriba al observador. Rápidamente, lo mata y comienza a devorarlo. El colibrí cobra su parte del trabajo: devora con fruición el iris de los ojos del ornitólogo, consume su ración de colores.
Sigo sosteniendo que sos de los mejores escritores de microficción. Felicitaciones Leonardo, excelente como siempre. Da gusto leerte (y no queda mas remedio que envidiarte, sanamente, claro)
ResponderEliminarOh, cuánto halago todo junto! Muchas gracias, Rodolfo! Va un abrazo.
EliminarSorprende el desenlace violento y feroz. Y justo desde el vuelo de un ser tan sutil. Equilibrio total. Me angustió, pero reconozco el gran valor literario de tu creación
ResponderEliminarQué bueno saber que un texto escrito por uno puede movilizar tantas cosas.
EliminarMuchas gracias por el comentario.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminareliminé el anterior porque tenía errores. Mi comentario debía decir:
ResponderEliminarTremendo Leonardo, sublimando fantasmas, jaja.
Muchas gracias, Edith!
EliminarQué lindo que te haya gustado.
Abrazo va.
Oh!! Ya no volveré a admirar a los colibríes de la misma manera...
ResponderEliminarMuejejeje
Eliminar👏👏👏👏👏
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